miércoles, 14 de octubre de 2015

Novela Romántica: Dividida

 

 

 

 

 

 

 

Capítulo 2

 

Cristian



Después de dejar a lena con Jorge, apenas y me dio tiempo de ir por mi cosas y cambiarme rápido, cuando llegue todos estaban en la van, no tenia humor de platicar con nadie, así que tome el último par de asientos, ahí nadie me molestaría, me tire de un brinco al asiento que estaba pegado a la ventana y me puse la gorra encima de la cara.
Se escucho como el chofer arranco el carro y un último pasajero subió, para mi mala suerte Liz decidió sin consultarme ser mi compañera de viaje, se abrazo de mi y poso su cabeza en mi hombro, era algo incomodo pero no quise avergonzarla enfrente de todos.
-Hola Cris, que gusto poder acompañarte-dijo sonriendo
-Hola Liz, ¿Te corrieron tus amigas?- conteste sin retirar la gorra de la cara y con los brazos cruzados en el pecho.
-Cualquiera diría que me estas corriendo
-Corriendo no, sabes que te aprecio, pero en algunas ocasiones me agrada estar solo-mi voz sonó cortante
¡Lena! Grito Alex e inmediatamente retire la gorra de mi rostro, me di a la tarea de buscar por todo el vehículo sin encontrar nada, un sonido de descompresión se escucho a mi espalda, el baño se abrió y ella salió.
-Dime Alex, estaba en el baño, ¿necesitas algo?- le contesto mientras regresaba a su lugar a un costado del mío, Seguro fue la ultima en subir, me sentí como idiota al no haber notado que llevaba casi media hora de viaje casi juntos.
deshice el abrazo de liz, no quería que se malinterpretara la situación, solo somos amigos, no siento nada por ella.
-No, para nada, solo quería asegurarme que estuvieras arriba-Le contesto Alex a lo lejos, al momento que me guiñaba un ojo.
-Liz regresa con tú compañera-le pedí mientras miraba a lena
-No tengo ganas-me contesto liz en un tono molesto, no tenía ninguna intención de moverse de donde estaba.
No le dije nada más, me levante y en un movimiento pase por encima, fui en busca de lena, ella leía una novela llamada El trance, con la pierna cruzada, llevaba unas sandalias verdes y un vestido largo ligero, transparente al parecer de manta lo que permitía apreciar su bien definida figura. Me sostuve reposando el antebrazo en los asientos delanteros al suyo.
-¿Te molesta si me siento? Le dije mientras me inclinaba para decirle sin que nadie me escuchara.
-Estabas en el asiento de a lado, no es necesario-dijo sin levantar la mirada del libro.
-Lena, por favor.
-Bien- levanto la vista y me miro, tomo el asiento de la ventanilla, dejaba el cercano al pasillo libre para mí. Su respuesta sonó algo cortante y nerviosa, probablemente mi presencia le incomodo, pero no me importo ni un poco, solo quería pasar el mayor tiempo posible a su lado, ahora tenía esa oportunidad, todo el fin de semana juntos, no lo dejaría pasar.
-Pensé que no vendrías-Le dije para romper el hielo.
-Leticia me pidió que acompañara a su hijo, vendría ella si pudiera pero seguro Alex no lo permitiría.
-Demasiado sobre protectora, ¿No lo crees así?
-No, es madre, siempre se preocupara por él.
-ja ja ja, ya esta grande, sabe cuidarse muy bien, a parte viene bien acompañado con Laura, así que si pensabas estar con ellos pierdes tu tiempo, verán la manera de escaparse.-no pude evitar mostrarme complacido con lo que decía, mis palabras sonaban a oportunidad.
-Lo se, pero ella se siente mejor mientras estoy cerca
-Me alegra que tu cuñada tenga tanta confianza depositada en ti.
La mire muy fijamente a la cara, por unos segundos sus ojos y los míos se encontraron...
-Entonces creo que me esperan dos largos días de aburrimiento- pude notar el nerviosismo en sus ojos, estaba empezando a creer que algo de mí no le terminaba de agradar, que no le gusto desde un principio, desde aquella vez que dejamos de hablarnos sin más-¿Te pasa algo?-me preguntó cuándo noto la tristeza en mi cara.
-No, es solo que me pregunto qué paso con Jorge, ¿No tenias una cita con él?-me arrepentí después de haber hecho la pregunta, tenia miedo que contestara que la alcanzaría después y tendrían un viaje de novios juntos, pero ya estaba hecha.
Dejo de leer, cerro su libro, bajo las piernas y las junto.
-Justo cuando me dejaste en la expo leti llamo, tuve que dejarlo, quízo acompañarme pero infortunadamente tenia muchos pendientes que no podía postergar mas- contesto con toda seguridad mirándome a los ojos, eso dolió.
-¿Estas enamorada de él?-pregunte aun sabiendo que la respuesta podría doler aun mas.
Se quedo meditando un rato, mirando la vegetación por la ventanilla.
-Jorge me gusta, me gusta mucho, es un excelente partido, ya tendré la oportunidad de conocerlo mejor, igual quiero aclarar algunos sentimientos que traigo desde hace tiempo, he tratado de esconderlos, no sé si son verdaderos o platónicos, finiquitar eso de una vez antes de iniciar una relación con él.
-¿Qué es lo que más te gusta de él?- pregunté con ansiedad.
-Ya no soy una niña Cristian, tengo 27 años y sin una relación formal, no dudes que la gente dentro de pronto empiece a murmurar que soy una solterona que no pudo atrapar un buen marido,-se notaba amargura en su cara, trago saliva y continuo-eso es Jorge, un futuro, buen marido, sabe lo que quiere y compartimos afinidades, estabilidad, es lo que me gusta.
No pude contener mi molestia al escuchar sus palabras, me levante, quise irme, pero no pude, tenia una atracción muy grande por ella, si me iba en ese momento podría arrepentirme después, recargue nuevamente el antebrazo en los sillones de enfrente y me coloque frente su cara, a pocos centímetros de distancia, hice un enorme esfuerzo para no besarle, mi corazón no dejaba de palpitar y las manos me sudaban.
-Solo una cosa más lena, me queda muy claro que está enamorado de ti, pero tú ¿Como puedes pensar así, si no estas enamorada? Le dije mientras le mire a los ojos fijamente, ella trataba de no mirarme pero era imposible, las miradas se buscaban.


-Estoy en busca del amor, y en este momento él es lo mas cercano a eso- me contesto con un tono de voz suave y dulce, su respuesta no fue la que esperaba, pero me daba algo de esperanza...



Capítulo 1                                                                               Capítulo 3